Este suculento postre de chocolate con fresón de palos es ideal para una cita inesperada o una cena romántica en el día de San Valentín. Para cualquier amante del chocolate fuerte, este postre es una auténtica tentación.
Preparación:
Trocea el chocolate y derrítelo al baño maría. Coloca los pedazos en un recipiente y mete este dentro de otro mayor. Llena el recipiente más grande con agua caliente y ponlo a fuego medio, removiendo con cuidado para que no se moje el chocolate. Al contrario que el microondas, el baño maría derrite el chocolate suavemente e impide que se queme.
Mezcla la mantequilla a temperatura ambiente con el chocolate derretido hasta que tengas una crema uniforme. Añade el azúcar a la mezcla removiendo bien.
En un cuenco con agua muy fría agua (agua con hielo si quieres) hidrata las láminas de gelatina.
Parte los huevos y separa las claras de las yemas. Añade las yemas a la mezcla de chocolate y mantequilla (que deberá estar fría a estas alturas) sin dejar de remover para que puedan mezclarse y no se cuaje.
Vierte las claras en un bol grande, añade una pizca de sal y bátelas a punto de nieve con ayuda de una batidora eléctrica. A mitad del proceso añade la gelatina (tiene que estar muy bien escurrida) y sigue batiendo hasta que estén listas. Sabemos que están listas cuando queden pegadas a las varillas si las levantamos.
Añadimos una parte de las claras a la mezcla de chocolate removiendo suavemente con una espátula. A continuación vertimos despacio esta mezcla en el recipiente de las claras, removiendo de manera suave para obtener una masa homogénea y esponjosa.
Vertimos mezcla en unas copas de cristal y dejamos dos horas en la nevera que enfría. Servimos con chocolate rallado, fresón laminado y pistachos picados.